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HARLOW

LA RUBIA PLATINO

 

 

 

 

 

 

 

Siempre he sentido una fantasía especial por las rubias platino del cine, aquel que siga mi web lo comprobara con facilidad...

No doy nombres, en la mente de todo cinéfilo vagan hermosas en su crepúsculo de diosas.

 

 

Me ha parecido muy gratificante escribir sobre esta película que, habla del cine dentro del cine, de la fabrica de sueños que se convertía en pesadilla para los que lo vivían, en aquel lejano sistema de Estudios que era como una maquinaria engrasada que no se detenía un instante... Hoy irremediablemente desaparecido. Se trata de un gran film bastante complaciente, aunque su discurso es menos agresivo de lo que parece, al hablar sobre el mundo del Hollywood de los años 30. Las servidumbres y anhelos para alcanzar la cima se ven reflejadas en la corta carrera de la personalísima y explosiva Jean Harlow. Este fastuoso film que goza de un diseño artístico inmejorable, narra la vida azarosa de la desdichada actriz, tomándose algunas licencias sin duda con el fin de evitar que el producto perdiera comercialidad. Un melodrama muy humano y logrado en muchas de este tipo de biografías, el guión es de reputado guionista hitchcockiano John Michael Hayes. El film, en un esplendoroso Technicolor y Panavisión gracias al operador Ruttemberg, recrea con eficiencia aquellos años del charlestón, se inicia con una secuencia majestuosa por el talento de Gordon Douglas, un director que conocía bien su oficio. Un movimiento de la cámara en grúa en la entrada de un Estudio de cine, muestra la llegada de los trabajadores y a eso le siguen unas panorámicas a través de diversos departamentos donde se preparan rodajes. La combinación de esos movimientos deja clara que el Estudio era una fábrica que funcionaba como cualquier otra, con obreros, artesanos, extras, aspirantes a actores y actrices que se presentaban a castings, y algunos miserables individuos que se aprovechaban de su posición privilegiada. De esta forma, asistimos a los rodajes y apreciamos cómo era el día a día, mientras que seguimos la ascensión de la estrella encarnada por una bellísima Carroll Baker, o el primer agente que vio en ella posibilidades y sus primeras apariciones en escenas cómicas hasta que descubrieron su físico espectacularmente sexual para la época.

 

Ralf Valone crea un histriónico gigoló latino que ama la ópera y las partidas de poker con sus amigos, hace de padrastro casado con una sumisa madre (Angela Lansbury) a los caprichos del vividor italiano. Los triunfos de Jean Harlow, sus fracasos personales, casada con un marido poco viril (Peter Lawford), sus difíciles relaciones con los magnates (Martín Balsan) de los Estudios, empeñados en manejar vidas ajenas para la buena marcha del negocio. El cineasta se apoya en todo ello para hacer avanzar vertiginosamente durante 2 horas la multitud de acontecimientos que se van sucediendo, romances, desengaños, humillaciones y traiciones, todo ello lleno de frases lapidarias y filmado desde el sentido del espectáculo cinematográfico que exigía esta costosa producción.

Harlow, dirigida por Gordon Douglas, un más que competente artesano que abordó prácticamente todos los géneros (la comedia, el western, el cine negro, la ciencia-ficción, el drama o el musical) con bastante pericia y que nos dejó títulos memorables como Chuka (1967), Río Conchos (1964), La Humanidad en peligro (1954), Hampa dorada (1967), El detective (1968) o La mujer de cemento (1968)...Harlow, la rubia platino pertenece a su mejor época, aquella en la que realizó sus films más celebrados entre los cinéfilos o aficionados al cine clásico. Sin embargo, la película que abordamos en esta reseña es posiblemente una de las más desconocidas de su filmografía, algo que me parece injusto ya que, aunque se trata de un film con evidentes errores, posee suficientes elementos de interés como para recomendar su visionado, sobre todo para los amantes del cine de autor y los adictos a las biografías de aquellas mujeres glamurosas que nos hicieron pensar que en este mundo existen las fantasías. Como bien indica el título, se plantea un film centrado en la biografía de Jean Harlow, actriz que se convirtió en todo un símbolo sexual en los años 30 hasta que una grave enfermedad acabó con su vida con tan sólo 28 años, truncando así lo que parecía una gran y prometedora carrera cinematográfica. La vida de Harlow poseía los suficientes elementos oscuros y trágicos como para realizar una buena película, de alto dramatismo, con todo para abordar aspectos morbosos o  truculentos de la personalidad de la actriz; sin embargo, el resultado final se aleja por completo del amarillismo o la crónica escandalosa al estilo Hollywood Babilonia, aun a costa de falsear la presunta biografía. En ese sentido, el film nos ofrece una visión de Harlow muy libre de anécdotas o acontecimientos que en ocasiones puede que sean posibles, pero eso nunca lo sabremos... Resulta curioso como los únicos personajes que aparecen con su nombre real, aparte de la actriz,  sean la madre y el padrastro, mientras que el resto son personajes que representan a los hombres más importantes que pasaron por la vida de ella, y que no aparecen con su nombre auténtico... ¿censurados?.... Sin embargo, sí que funciona como film dramático; es decir... el pulso narrativo de Gordon Douglas resulta bastante sólido, consiguiendo un melodrama eficaz, que se ve con agrado y no pierde interés, algo que para mí resulta el aspecto más motivador del film.

 

 

 

 

La fotografía es excelente, así como la ambientación de la época, aunque a este aspecto no se le saca el partido suficiente pues la mayoría de los sucesos del film suceden en interiores, por lo que la ambientación se centra más en recrear los peinados o el diseño de los vestidos de los años 30, creados por Edith Head, o en la decoración de los escenarios; impagable, el “nidito de amor” del personaje interpretado por Leslie Nielsen, nada que envidiar al pensado por Doris Day para Rock Hudson como castigo en la brillante comedia "Confidencias a medianoche". Con respecto a la estructura narrativa del film, la historia alterna dos tonos muy diferentes aunque complementarios; hasta prácticamente la mitad y que describe los infructuosos esfuerzos de Harlow por hacerse un hueco en el cine con ayuda de su fiel y voluntarioso agente, la película es mas más liviana e inofensiva que la segunda, que se torna mucho más grave y dramática. Semejante progresión no se produce de manera forzada sino como lógica evolución del personaje principal cuya trágica existencia la llevan a la autodestrucción. Gran parte del éxito de la función reside en Carrol Baker, hermosa y valorada actriz, quién realiza, desde mi punto de vista, una creación magnífica y emocionante que contrasta con la apatía con la abordan sus papeles actores tan mediocres como Peter Lawford o Leslie Nielsen. Del resto del reparto, destaco la competente labor del gran Red Buttons, como el agente de Harlow, el único hombre que creyó en ella, y de Ángela Landsbury, que interpreta a una madre buena, pero un tanto diferente a la posesiva mamá real. Con respecto a Raf Vallone, quien aborda con su caradura habitual al padrastro italiano de la actriz, y que siendo italiano no se corta un pelo a la hora de interpretar su personaje con todos los tópicos posibles hasta el punto de que, en algunas ocasiones, me dió la impresión de que efectivamente era el típico gigoló italiano de mi admirada Sicilia.

 

 

 

Los momentos mejores de Harlow, suceden en la escenas de presentación del film. Al comienzo de la película, mientras van apareciendo los títulos de crédito, se nos ofrece una detallada descripción de un día laboral en un gran estudio de cine; Douglas nos regala una serie de secuencias en la que nos muestra un Hollywood despojado de todo glamour; el estudio parece más una fábrica, en la que los trabajadores fichan a la hora de entrar y cada uno de ellos aparece como una minúscula pieza de un gran engranaje. De igual modo, en algunas escenas de transición, como por ejemplo aquella en la que nos muestran los primeros castings a los que acude Jean Harlow se parecen mucho a la elección de trabajadores portuarios que aparecía en La ley del silencio de Elia Kazan, Es decir, da la impresión de que Douglas intenta en todo momento hacernos ver que Hollywood no tenía nada de glamouroso y que conseguir trabajar como actor o actriz no era fácil, sino una tarea ardua y muy sacrificada, no apta para espíritus débiles. Jean Harlow fué una hermosa mujer de pelo rubio platino y con gran talento artístico. En los años 30 tiene la suerte de conocer a Arthur Landau, un hombre que confía en ella y se convierte en su representante. Durante largo tiempo los empleos son escasos, pero Arthur sigue apoyándola y Jean acaba llegando a lo más alto y convirtiéndose en una actriz inolvidable. Sin embargo, fuera de la pantalla no tiene tanta suerte, su vida personal es un desastre y tras un primer matrimonio fallido, la tragedia pone fin al segundo. Poco después, una enfermedad truncará su vida.

 

 

No se mencionan los títulos de ninguno de los films en los que participó ni el nombre de los estudios cinematográficos que la tenían en nómina y que hicieron de ella un auténtico fenómeno de masas. Todo lo cual es bastante fácil de comprender, si se tiene en cuenta que legalmente ello no siempre es posible... en ocasiones, revelar según qué datos supondría hacerle publicidad a la competencia. En cuanto al guión de John Michael Hayes, basado en el libro que sobre la malograda actriz escribió su agente, Arthur Landau (personaje en cuya piel se mete Red Buttons y que le valió una nominación a los Globos de Oro como mejor secundario), lo cierto es que la premisa predominante es presentar a Harlow como una muchacha recatada, muy reacia a ceder a las proposiciones deshonestas que los grandes magnates le hacen a cambio de lanzar su carrera. Aun así, ésta acabará convirtiéndose en un sex symbol casi a su pesar, lo cual no deja de ser interesante, por el paralelismo que supone en la actualidad, a la luz de los casos recientes de actrices que están denunciando el acoso del que han sido víctimas y cuyo testimonio no difiere tanto de lo que le tocó vivir a una joven y bella actriz que fallecería con apenas veintiséis años en la cima de su popularidad.

 

"¡Eres una persona sucia como un animal!"

Esta es una de las muchas, muchas líneas jugosas de diálogo que les espera en esta, otra lección sobre las formas en que Hollywood mastica a todos menos a los jugadores más fuertes y despiadados. Puede parecer difícil de creer ahora, pero una biografía exitosa y provocadora de escándalos del ícono de la pantalla rubia platino de los años 30, Jean Harlow, hizo suficiente mella en las listas de bestsellers como para inspirar no una, sino dos biografías sobre ella en 1965. Una fue filmada en ocho días con un equipo de televisión protagonizada por Carol Lynley y Ginger Rogers, se apresuró a Harlow a los cines para competir con esta del mismo título y es una espléndida mezcla del productor Joseph E. Levin. Esta película fue diseñada para Carroll Baker, quien estaba entusiasmado con el éxito de The Carpetbaggers y se convertiría en su favorita. Fue en realidad una de las dos películas que Baker hizo ese año con el director Gordon Douglas, siendo la otra Sylvia , la más respetada por la crítica ; ¡Por supuesto, Douglas no es ajeno a los fanáticos del cine de culto gracias a su dirección en otras peliculas de títulos que aún se recuerdan.

 

Cualquiera que esté interesado en una descripción precisa de la vida de Jean Harlow y si está preparado para una versión al estilo de los años 60 del glamour y el drama de Tinseltown de la era de la Depresión, ha venido al lugar correcto. Baker interpreta a Jean desde sus primeros días cuando fue entrenada por su decidida Mama Jean Bello, hasta lidiar con su padrastro lascivo y sanguinario... Su camino hacia el estrellato la obliga a navegar más allá de los avances con amantes, como un director de violación en citas llamado Richard Manley (¡Leslie Nielsen!). Finalmente cree que ha encontrado la felicidad con otro director de cine importante, Paul HarlowBern (Lawford), pero él no puede levantarse en su noche de bodas y tiene una mala racha autodestructiva. Ella sigue intentándolo, gracias a su fiel agente Arthur y aunque Harlow finalmente llega a la cima, finalmente está destinada a la tragedia. Escrita por el ex guionista de Hitchcock John Michael Hayes, Harlow es parte de una serie de dramáticos estudios de personajes centrados en las mujeres en los que se especializó en ese momento, desde Peyton Place, hasta Butterfield 8 y Where Love Has Gone del año anterior. . A pesar de la naturaleza obviamente indulgente de la película, todavía tuvo que ignorar o pedalear suavemente varios aspectos de su vida (los rumores sobre la muerte de Bern, por ejemplo); Del mismo modo, los cineastas solo hacen concesiones vagas al período, dándole a todo un brillo de soltero de los años 60 que creará una sensación definida de desorientación de la cultura para algunos espectadores. Una buena actriz como Baker se las arregla para pasear su atractivo sexual y su encanto habituales, y ciertamente apreciado por sus fanáticos. También obtienes un resplandeciente escaparate por cortesía de los trajes de la legendaria Edith Head y una música de Neal Hefti.

 

 

La idea de representar a Jean Harlow en una película se originó en la década de 1950. Se informó que muchas actrices fueron elegidas como Harlow para diferentes films, pero ambos proyectos fracasaron. En 1962, Fox anunció que Marilyn Monroe interpretaría a Harlow en una lujosa película biográfica bajo su nuevo contrato. Sin embargo, después de la muerte de Marilyn, el proyecto fue vendido a Paramount, que eligió a Carroll Baker para el papel principal. Basado en la biografía de Irving Shulman...

 

 Harlow es una mirada melodramática centrándose en sus matrimonios fallidos.

 La película se hizo con un presupuesto de $ 2.5 millones y tuvo una campaña publicitaria de gran alcance.

Yo se la recomiendo a todo amante del cine, a los mitómanos y seguidores de los films de culto, pues HARLOW, lo es bastante

 

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