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EL PIANISTA
UNA VIDA DESTROZADA BAJO EL HOLOCAUSTO NAZI
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ESTE ARTICULO ESTÁ DEDICADO A OSCAR BLASICA
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La vida es compleja, y la dualidad una de sus
formas más persistentes. El pianista se centra de esta manera en el horror y la
belleza a un mismo tiempo. La segunda guerra mundial, el ghetto de Varsovia, el
exterminio de los judíos, la conspiración y lo excelso de la música ejecutado
por un pianista virtuoso. Una escena podría definir el tono de esta película de
Polanski: el protagonista, escondido en un apartamento, moviendo sus dedos en el
aire por encima de la teclas de un piano, para no hacer ruido y ser descubierto,
imagina el sonido. La historia no se fija en la guerra de lleno, ametralladoras,
trincheras y hombres cayendo en el campo de batalla, pero se la puede imaginar,
como en un cuadro, cada pincelada va definiendo el paisaje total. Los rusos,
aliados, salvan a Polonia de la ocupación alemana. La guerra empieza con la
película y termina con ella, comprimiendo así una cronología que es clara y
comprensible. La crueldad sin motivos está a la vista, pero también la ganas de
vivir a toda costa y el arte como salvación, en este caso la música que es capaz
de amansar a las fieras. Es un coctel exquisito pero fuerte de digerir. Un film
logrado, bien contado, desde un punto de vista que vale la pena ver. Magistral
obra de Polanski que nos refleja la dura realidad que a principios de los años
40 vivieron miles de personas; la invasión de Polonia por parte del tercer reich
en 1939 y la consiguiente masacre del pueblo judío. Spilzman, un reconocido
pianista judío interpretado por un excelso Brody, sobrevive a la deportación
nazi hacia los campos de exterminio del este a los que su familia ha sido
enviada. Es entonces cuando vivirá el verdadero horror de la guerra en pleno
esplendor. El insomnio, el hambre, la soledad y el miedo entran en combate con
las ganas de sobrevivir del protagonista. La interpretación de Brody es
soberbia. En sus ojos se pueden leer las terroríficas vivencias que en su tiempo
miles de judíos habrían vivido. Su extrema delgadez contribuye
satisfactoriamente al dramatismo del personaje. Brody hace de su personaje a lo
largo de todo el film una autentica retahíla de simbolismos, desde sus manos,
ojos o exasperantes respiraciones hasta la misma forma de caminar.
Realizada con un dramatismo casi omnipresente a lo largo de toda la obra y con una
exquisita incorporación de cierto “macabrismo” Polanski introduce con suma
sutilidad silencios en las escenas mas escalofriantes, duras y dramáticas del
filme y el silencio se hace dueño de la sala de cine y hace ver al espectador que
esta ahí sentado en la sala la cruda realidad, así como piezas de piano en las
que el espectador puede identificar el estado de animo de Spizlman. La historia puede ser dividida en dos partes bastante bien diferenciadas.
En la primera se pueden observar los desbarajustes sociales y económicos que se
están viviendo dentro del guetto en el que nuestro protagonista es "prisionero"
junto a su familia. Durante dicho fragmento los Spilzman se las ingenian para
llegar a fin de mes en primeros instantes, comer mas tarde y finalmente
sobrevivir ante lo que lamentablemente para ellos es inevitable la segunda parte de la obra asume todo el peso del reparto nuestro personaje
principal. A pesar de no ser enviado a los campos de concentración, él sigue
preso en una "celda" aristada por paredes quebradas, ventanas rotas, tejados
inestables y aceras plagadas de cadáveres. Es sin duda alguna uno de los mejores dramas bélicos de la historia del cine,
plagado de simbolismo; con un vehemente ritmo que hace que a pesar de la dureza
que entraña esta obra no te levantes del asiento.
Polanski introduce muy sabiamente piezas del romántico Chopin a la par de
numerosos silencios musicales que hacen de la película un verdadero relieve
sonoro de suma belleza.
Las escenas más dramáticas, escalofriantes, impotentes o atosigantes se destacan
por la ausencia de música alguna. El silencio musical se convierte en banda
sonora por múltiples momentos, gritos de mujeres, la inocencia de un niño
reclamando a voces a su padre o el simple caminar de un pelotón de soldados
nazis cobran especial protagonismo introduciéndonos aun más en la vida de Spizlman.
Recuerdo especialmente las siguientes escenas:
-Cuando los judíos están a punto de ser enviados a los campos de concentración y
esperan al tren. El atosigante calor, el llanto de una madre por mandar a la
muerte a su bebé, un niño muriéndose de sed y una madre reclamando agua para el
mismo. Y silencio.
- Spizlman recorre las calles que le vieron crecer. Niños fusilados, madres
fusiladas, hombres fusilados, casas destrozadas... Y silencio. Solo el llanto
del protagonista suena por las calles de Varsovia. Poco después suena una música.
- Spizlman se esconde en un hospital ante el asedio alemán. La escena de los
cadáveres quemándose es durísima, así como cuando se escapa del
hospital y salta el muro que le separa del resto de la ciudad. Una escalofriante
imagen de Varsovia destruida, muerta, habitada solo por Adrien Brody.....
El
silencio se apodera de la escena.
-Cuando Spizlman esta en el hospital sentado en una silla comienzan a sonar
bellas notas de piano que son acompañadas por gestos del protagonista como si un
piano estuviera tocando. La nostalgia, la necesidad de sentir en esos momentos
tan angustiosos y solitarios la compañía de su instrumento.
-Inolvidable escena del protagonista en compañía de un alto mando nazi que le
hace tocar el piano, tal vez interesado en el hombre, las
miradas tiernas del oficial valen mas que mil palabras...su homosexualidad
es patente y la pieza magníficamente metida nos hace sentir impotencia,
miedo y soberbia.
Bajo una poblada barba y unos dedos de aparente flaqueza pertenecientes a un
judío sucio se hace ver que la música, idioma internacional de suma
belleza que hasta un nazi puede sentirse emocionado por el hombre y su música,
como ya hizo
Kubrick en Senderos de Gloria.
Te ví aquella noche, Spizlman alma romántica, cuando grababas a Chopin en el piano
del estudio radiofónico y estallaron los cristales. Entonces el Ruido empezó a
adueñarse de todo, por doquier el Ruido: las bombas y las armas,
pero también las voces estridentes, las risotadas zafias, los pisotones
marciales que lo jaleaban, preparando el camino.
Te ví, Spizlman, cuando quedaste incluido en el ghetto y tocabas en la kawiarnia
donde se ventilaba con trapicheos de estraperlo el dinero que todavía quedaba. En
aquel rincón tus dedos se deslizaban por el teclado y durante unas horas
neutralizaban el sordo retumbar de la matanza.
Te veo en la estación, cuando escapaste in extremis del tren en que, como ganado,
los vecinos eran enviados en masa al exterminio tras compartir en silencio
briznas de un caramelo pagado a precio de oro.
Yo te ví, escondido de piso en piso, amparado por la Resistencia, que
no te dejaba colaborar y te encerraba en apartamentos y buhardillas para salvar
tu vida. ¡Cómo te estremecías al oír las notas de la suite de Bach que una
protectora tocó una vez al violoncello! Te alimentabas de notas porque tu
espíritu de artista fue siempre pura y solamente musical, incapaz de
pensar en buenos y malos. Y porque, pobre Vladek, no siempre podían llevarte
comida.
También te vi sentado junto a la mesa días y días, fumando y tomando té y apenas las
migas raspadas en la despensa vacía o diez alubias que ibas racionando. Y tocar
en el piano el concierto que llegaba de una radio vecina a través del
tabique. Una radio no judía, mientras el ghetto era aniquilado. Te vi, Spizlman, delirando febril en el invierno de hielo, vagando por las ruinas
de Varsovia devastada, entre balas perdidas y obuses tercos,
sobreviviendo terco y perdido, como un robinsón, de una humanidad torpedeada.
Y te ví cuando, siendo ya un doliente desecho, llegaron a ti las notas del
“Claro de Luna”... una
escotilla a la vida, para que de tus despojos emergiera El Pianista y, tiritando
y exhalando un vaho agónico, reanudases el duelo contra el Ruido
mortal que llevaba años atronando el continente.
Con desgarro, transportado por el artificio portentoso,
yo te vi todo ese tiempo y te sigo viendo en mi mente cuando recupero mi amor al
cine, presenciando nuevamente EL PIANISTA, pero no puedo evitar que se me escapen
las lágrimas, por ti y por nosotros..
Es un film que va desgranando sus facultades, por
sus
gotas de genialidad, su crudeza mezclada con una realización tan inteligente que
sólo un maestro, un genio puede realizar, como es el caso del polémico Román.
Genial película, geniales actuaciones y genial desenlace, por no hablar de su
espeluznante trama. Una fotografía que expresa más que mil palabras de diálogo..¡Qué maravilla señores, qué maravilla!..La
secuencia de la visión en plano semi-subjetivo del protagonista mirando desde su
ventana acontecimientos de la guerra, destruyendo edificios y matándose gente,
es simplemente espectacular, por no hablar de la escena en el café tocando el
piano y la caída de la bomba o cuando él recorre las calles de Polonia con miles
de niños y mujeres muertos, cadáveres semi-podridos. !!Qué grande es el
cine!!...Cada vez que la recuerdo, me quedo sin palabras. Su estilo es diferente a
"la lista de Schindler", otra obra maestra, pero aquí todo es más seco, más
crudo, más directo.
También hay habilidad narrativa, buena fotografía y una música cuidadosamente
seleccionada.
No cae ni por segundos en sensiblería barata, y eso se agradece, porque deja
para el espectador las
reflexiones, una vez que se haya reubicado en el mundo real
contemporáneo.
No descubro nada si afirmo y confirmo algo que todo el mundo sabe, y es
que el drama sin implicación no sirve de nada, porque viene a ser algo así como una
libre versión de aquello de "la potencia sin control no sirve de nada", sólo que
estamos hablando de un grande del cine como es Román Polanski.
Yo aborrezco términos como los de "sobrevalorado" o "impostado",
ya que soy consciente de que la opinión de uno es simplemente eso, una opinión, y
nadie es quien para decir que este u otro critico de cine se han equivocado y aquí
mandan ellos porque si. Es falso, yo únicamente digo
que, ojo... se ha producido, casualmente, una falta, inexplicable, la verdad, de, en efecto, empatía,
o interés emocional, llámenlo como plazca. Y digo que es inexplicable porque,
hablamos del Holocausto nazi, de la mayor y más conocida locura jamás
experimentada por el hombre; del mayor y reproducido
sufrimiento jamás visto. Ante eso, si no te emocionas
debe ser porque careces de algún órgano o conexión neuronal imprescindible. Y si
aun eres consciente de que la película es una obra maestra, por más que te haga sentir
indiferencia tanta desgracia, lo tuyo es
sadomasoquismo crítico, o lo que es lo mismo, te encantaría que te fusilaran.
Así que aquí estoy, escribiendo en mi Web CINEPARAISO mi articulo, sabedor de que Polanski ha hecho un genial trabajo de
atmósfera y ambientación, cuidando detalles; sabedor de que la
historia tiene gancho y además está bien contada.
Estamos tan acostumbrados a la desgracia humana, que ya ven, muchos seres
llamados críticos de cine, entre los que no me encuentro, tienen cierto poder,
pero afirmo que en sus cerebros anidan los gusanos.
He vuelto a verla hace unos días, con el recuerdo de que era la mejor adaptación del libro y siempre me deja helado. Otra vez recordé aquellas imágenes de un pianista encerrado en un ático, sobrecogiéndome y me siguen poniendo los pelos como escarpias cuando viene a mi mente todo lo que sufrí con las páginas de aquel libro que en su día una buena amiga me prestó. Valorándola como adaptación de obra literaria sigue siendo sublime, Polanski capta todo lo que el autor nos intenta transmitir trasladándolo a una perspectiva equisciente que llama la atención al tratarse de una biografía, pero le da un punto de creación que le concede enorme mérito a la dirección. Quizá hay que distinguir en que un film nada tiene que ver con el libro en que se basa una película, es una película y multitud de matices, personajes algo desvaídos, como por ejemplo la ambigüedad del oficial nazi, pudieron haber sido corregidas desde la dirección, pero eso no hace desmerecer una adaptación que, en conjunto, es impresionante. En ningún momento se dirige a sentir pena del pueblo judío, ni mucho menos; como intentó hacer el autor en su día, se trata de contar algo más, de reaccionar en contra del maniqueísmo, de no culpar ni odiar, de hacer autocrítica, incluso, lo cual es algo que ya se echaba de menos en este tipo de obras. Román Polanski da clases a muchos que intentan adaptar, calcar y que fallan en el ritmo, al copiar a otros. Polanski fabrica una obra independiente y coherente, Polanski crea y destruye lo que no le gusta, Polanski...!! ADAPTA.!!. Como película, quitándole el trasfondo de la obra autobiográfica, es algo más tenue, sin dejar de ser hipnótica. Como ya he dicho, meter un flujo narrativo en este film me satisface enormemente, pues la voz en off me resulta tediosa en todos sus aspectos. Las actuaciones me parecen soberbias, el ritmo, lento en todo momento, pues así lo requiere la historia, es totalmente adecuado, el director sabe cómo hacer retornar a cualquier espectador despistado, consigue que te pongas en el papel del protagonista, que te plantees el qué haría yo, fundamental en una historia de este estilo, a lo mejor porque la experiencia propia es la mejor virtud a la hora de narrar, a la hora de formar un personaje. Además, el film posee una banda sonora excelsa, no me canso de repetirlo, consigue la ambientación necesaria, magnífica, pese a que el guión a veces maltrata a ciertos personajes, como el hermano de Vladek. Aún y así, a pesar de su metraje, del dolor, las muertes, la destrucción, el amor que subyace, de mi amor por el buen cine, esperaba más, quizá porque la imaginación es más fuerte que los medios audiovisuales, al no alcanzar estos la cota que descansa en un hueco de nuestro cerebro, felicitándonos por amar el cine y elevarlo en un crepúsculo de perfección que en contadas ocasiones poseen las obras maestras, y EL PIANISTA, lo es en toda su plenitud.
Uno no piensa bien las cosas en su momento y luego pasa lo que
pasa. Hollywood quería adaptar al cine La lista de Schindler y el proyecto pasa
por varias manos: Scorsese dice “no puedo hacerla, no podría ser objetivo porque
soy judío”.... Polanski “además de ser judío yo viví en ese gueto de Cracovia,
no puedo hacerla”... Tras varias discusiones con Spielberg, finalmente la
dirige. Años después te arrepientes de no haberla dirigido y ¿qué hace?. Pues
otra maravilla cinematográfica. En cierto modo me recuerda a Kubrick, que
rechazó dirigir El exorcista y luego para desquitarse rueda El resplandor. Yo
quedé y sigo quedándome sobrecogido con EL PIANISTA. Las comparaciones con el
trabajo de Spielberg fueron inmediatas pero sucedió algo que pocas veces se da
en la historia del cine: ambas películas gozaron del favor del público y
crítica.. en la comparación nunca salía una por encima de otra. Las dos son
obras maestras.
Una de las mejores frases de la película, es tan
sencilla como eficaz... Nuestro pianista lleva el abrigo de un oficial nazi en
pleno invierno, desnutrido y enfermo, los soviéticos le disparan y cuando ven
que es polaco preguntan: “¿Por qué coño lleva ese abrigo?”, Szpilman responde
con la mejor respuesta: “Tengo frío”.
Una película así sólo aparece una vez cada mucho tiempo. Muy recomendable.
El horror que existió y ojalá no se vuelva a repetir jamás. Estamos ante una
película conmovedora, necesaria, fantástica. Hay cientos de detalles dignos de
mención, pero sobre todo voy a destacar nuevamente la interpretación de Adrien
Brody y al director Román Polanski, los cuales nos muestran escenas que
quedaran para el recuerdo de toda persona que haya visionado el film.
El realizador Román Polanski, que sobrevivió cuando era pequeño al gueto de
Cracovia donde su madre falleció en un campo de concentración, se ha sumergido
en sus recuerdos más íntimos de la infancia para narrarnos la odisea de un joven
pianista de la radio polaca que en 1936, cuando los nazis invaden su país, es
apartado de su trabajo y es recluido en el gueto de Varsovia junto con toda su
familia y con los millones de judíos de la ciudad. Polanski nos muestra perfectamente cómo la vida se va degradando
poco a poco "gracias" a que los alemanes van eliminando a quienes se les antoja
y los judíos son deportados a un campo de exterminio, mostrando una lucha
imposible por los protagonistas para sobrevivir.
'El Pianista' es la película más personal de la filmografía de Polanki,
basada en las memorias de Wladyslaw Szpilman.
Hoy en día, año 2015, casi veinte países del globo se encuentran en situación de
conflicto armado o guerra. Así mismo casi 1.000 millones de personas sobreviven
en situación de pobreza. Un continente está siendo diezmado por enfermedades.
Los regímenes dictatoriales siguen existiendo. Y todavía nos atrevemos a
llamarnos a nosotros mismos raza superior, a considerarnos seres racionales,
a tener la desfachatez de consentir que un niño crezca sin padres o que un
anciano muera solo en las calles; a asesinar miles de vidas por una idea
distinta, por una religión diferente. A disfrazar con moralidad la no
cooperación en la solución para pandemias que arrasan con la
parte débil de la población. Después de siglos y siglos de civilización, los
seres humanos hemos sido incapaces de conseguir un equilibrio estable entre
culturas, ideas, sistemas o economías.
Y Polanski sirve con esta incuestionable obra maestra los horrores de la tortura
humana más allá de la muerte. Los Nazis son habitualmente retratados como el
alma negra del ser humano contemporáneo. Pero hoy en día también se dispara a
civiles por las calles, también casi se pisotea a algún agonizante en las
aceras, también se defienden con principios lógicos el asesinato racial,
religioso, de género...
Ver El Pianista es toda una experiencia: La congoja, el dolor, y la
indefensión se apodera de todo nuestro ser, aunque conserves ciertas esperanzas
por la raza
humana. Polanski lleva al espectador a un viaje emocional mediante
miradas a través de ventanas y dentro de las murallas de una Varsovia en Guerra, pero
ver en primera plano esos horrores, como se desmorona una civilización entera,
produce una sensación claustrofóbica. No hay violencia gratuita, hay realidades que es necesario
mostrarlas tal y como han pasado. Aunque hayamos visto cientos de veces
asesinatos a sangre fría, o cómo empujaban a los judíos a los vagones, las brutales palizas de los soldados alemanes...!!!No hay que
olvidar!!!. Vladek tiene la suerte se ser ayudado de una norma no muy clara por
un oficial alemán, bien por un interés ambiguo o por su amor a la música, pero
Valdek no olvida y no se merecía que le devolviera el favor, porque en esa
balanza nazi pesaban muchísimo
más los crímenes perpetrados. El pianista es un film que refleja con exactitud una
situación tan dramática como la dada en la segunda guerra mundial y el holocausto judío. El pianista se desmarca de todas esas
películas que ofrecen la visión bélica del conflicto y se centra en la faceta
humana a través de un pianista, que gozará en su parte final de ciertos privilegios, con respecto a sus allegados pero que sufre igualmente las horribles
condiciones infrahumanas del contexto en el que se encuentra. La cinta
soberbiamente rodada y todo clamando su sitio. Es una crudeza necesaria
para mostrar una realidad que existió pero sin sobrepasar la línea de lo
inapropiado, siendo visionadle también para aquellos que tengan una especial
sensibilidad de cara a este tipo de films.
La música es inexistente excepto cuando el pianista toca sus canciones, lo cual
da una especie de sensación de documental curioso haciendo que olvidemos que
estamos viendo una película. Las dosis de dramatismo son lo suficientemente
grandes como para no necesitar de una música que conmueva de más al espectador,
el cual se verá sorprendido en ás de una ocasión ante lo que ocurre por la
ausencia de una música introductoria.
El extraordinario Román Polanski reconstruye con hermosura el espanto y yo me pregunto ¿Como puede reconstruirse el espanto y además hacerlo
con hermosura?. Porque, para mi, el espanto es espanto y nunca puede ser bello. Y el holocausto
judío, nos lo cuenten como nos lo cuenten fué espantoso, horrible, abominable y
quienes lo hicieron posible son indignos de ser llamados personas. Para terminar
este homenaje a un film de los que hoy en día carecemos,
diré que si, que tienen razón, pero miren...a pesar de tanto horror y dureza,
ello no me impide disfrutar un tanto de
escenas impresionantes y especialmente en mi retina que quedaré siempre con
estas:
"Unas manos sobrevolando el teclado de un viejo piano pero sin ni siquiera
rozarlo para no romper un silencio que significa la vida"
"Unas manos tocando y rompiendo el silencio de una mansión en ruinas, bajo la atenta mirada de un oficial alemán..."
"La sensibilidad no sabe de svásticas".
La obra es la misma historia en imágenes. Conducida por un
profesor llamado Roman Polanski, el único culpable de mostrarnos lo que realmente
ocurrió, no tendremos que imaginar....!!LO VEMOS!!... Se nos dirá como se trataba a los judíos,
como se ninguneaban sus costumbres, como se les vejaba, haciéndoles bailar por
simple diversión, también se nos mostrará como muchos eran sodomizados,
violados, fusilados, maltratados o condenados a trabajar sin apenas reponer
fuerzas.
Mi articulo ha terminado y estoy triste, feliz por la exposición que he
intentado plasmar. Sin mas demora, aconsejo que la veáis de nuevo, toda en ella
es grande como la cultura Griega, inmortal como las Pirámides de Keops, poderosa
como el Imperio de Roma...pero con la salvedad que sangra en mi interior….y eso
amigos míos… ¡!No se puede evitar!!.
Sensacional película...una obra maestra..